martes, 15 de abril de 2014

DE LA FUTILIDAD DEL ORGULLO. DE LA MALDAD DE LA SOBERBIA

DE LA FUTILIDAD DEL ORGULLO. DE LA MALDAD DE LA SOBERBIA.
15-04-14

El orgullo está sobrevalorado, como la soberbia está maldecida.

Experimentar en demasía satisfacción personal por algo propio o relativo a uno mismo, no deja de ser un anacoluto espiritual. Eso es el orgullo, la mala prosa, la deficiente sintaxis, la rima facilona de la personalidad. No hablemos ya de la soberbia, que es madre de tantos males.

El orgullo es una aseveración fútil y redundante de un yo poco interesante. Cuando un yo necesita de la incesada repetición (extenuante y agobiante para los demás), revela su inseguridad y falta de originalidad.

El orgullo es una flatulencia del espíritu, pues es una indebida, inoportuna y asocial explosión de un ego que a nadie interesa.

Entre los límites de la depresión y la autodestrucción, y la frontera de la vanidad orgullosa (o el orgullo vanidoso), se encuentra, sí, el tópico, el término medio, que no es donde se encuentra la virtud, que nos suena a doncella virgen o a hombre/mujer casado fiel, qué aburrimiento, sino donde se encuentra el exacto conocimiento, un paso más hacia la definitiva sabiduría.

Las mujeres, más sabias y unos cuantos millones de años más evolucionadas que nosotros los hombres, todavía cavernícolas, siempre pensando en comer, beber y follar, desconocen lo que es el orgullo. No digamos la soberbia, atributo únicamente masculino.

La pérdida de dignidad, aunque sea de forma ocasional o puntual (nunca es definitiva, porque el supuesto indigno procesa e interioriza cualquier afrenta o vergüenza, y las transforma en conocimiento) implica necesariamente una vacuna definitiva contra el fútil orgullo.

La soberbia es la versión delincuente, terrorista, malvada, del orgullo.

La terrible pena del soberbio es la perpetua infelicidad. El purgatorio del orgulloso, el enfado mudo, el peor y más deletéreo.

Grande pereza el orgullo y la soberbia. Para luego tener que volver a empezar, como el Sísifo ése de la piedra.

LA LIBERTAD Y LA DIGNIDAD

LA LIBERTAD Y LA DIGNIDAD
15-04-14

Si alguien dijo que la libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, resulta que la dignidad es una de sus mayores interferencias, la escamotea y adultera.

El ejercicio del puro libre albedrío, sin cargas genéticas ni servidumbres sociales, es incompatible con la dignidad.

La dignidad, por definición, supone la observancia de un código social, mayormente admitido, o la aprobación de un tercero. En ambos casos, la persona quiere ser digna para otros, no para sí.

La pérdida de la dignidad, puntual o crónica, supone no sólo una de las formas más extremas y puras (sin tapujos) de auto conocimiento, sino que, además, es el ejercicio más violento y brutal de la propia libertad.

Qué es digno o indigno, varía tanto, según los tiempos, según los países, según las personas. Pero algo tienen en común: es una imposición exterior a nuestra individualidad.

El hombre de verdad sabio y libre, debe conocer la supuesta hiel de la indignidad. Supuesta, porque resulta que al final es la miel de su conocimiento.

El indigno (que no el indignado, que es un plasta, un pelma que no soporta nadie), el supuesto caído, ha podido ver el envés de su espíritu, que hasta entonces ni había sospechado que existiera.

Sólo los cobardes y temerosos rehúyen la posible caída en la indignidad, cuando es entonces que sí, de verdad, se encuentra el conocimiento.

La libertad, como don supremo que dijo el clásico de los clásicos (y bien que lo vivió en su enjutas y austeras carnes. Toda una vida de privanza material, que no espiritual) por encima de cualquier cosa, incluso la pequeño burguesa y sobrevalorada dignidad.

La Libertad, al fin.

viernes, 4 de abril de 2014

AGUIRRE O LA CIUDADANA CÓLERA

AGUIRRE O LA CIUDADANA CÓLERA
04-04-14

Está mal eso de aparcar en un carril Bus, entre otros motivos, porque es por donde pasan los buses. Digo. Algo Pero…

Pero, a ver: quién no lo ha hecho alguna vez? Quién no se ha tirado un pedo (silenciado, por supuesto) en público, camuflado en la anónima masa? Quién no se ha sacado un moco de la nariz, lo ha redondeado con grande placer, y lo ha tirado contra la puerta de un armario –apoyado en el dedo anular e impulsado por el dedo corazón- para comprobar si se pega o no? (Se pegan, por cierto).

Pequeñas travesuras cotidianas que nos reconcilian con nuestro todavía (oculto, escamoteado, reprimido) espíritu infantil.

No está bien que Esperanza Aguirre, la Espe, una mujer a veces equivocada (equivocante), aparque el coche en el carril bus, y encima para ir a un cajero de Bankia (ironías del destino). Pero su supuesta colérica insubordinación a la supuesta (patética) autoridad nos reconcilia con ella.

Por humana. Porque no va en coche con chófer. Porque no manda a éste a que le saque dinero del banco. Y porque encima iba a una partida de bridge, un juego de cartas complicado y propio de gente lista (el mus es más de tipos con boina, la verdad. Unos plastas, los jugadores de mus).

Si no fuera porque en verdad ha sido un desafortunado incidente que la Espe no había previsto, pensaríamos que ya está preparando la campaña municipal de las Elecciones del 2015, y que su Jefe de Campaña, es un genio maquiavélico

Pues es notorio que cualquiero madrileño que conduzca sabe de la depredación, chulería, arbitrariedad, cinismo, vaguería, abuso, malas formas de los llamados agentes de movilidad, que en lugar de facilitar el tráfico, que para eso fueron creados, se han convertidos en unos torquemadas de los conductores agnósticos, acojonando y humillando al personal con multas.

Los rojelios, en un principio, se las prometieron muy felices con el desliz, tan humano, de la Espe. Los más inteligentes, que los hay, se han dado cuenta que las tortillas se pueden volver, y lo que en un principio podría parecer el perjuicio para una reputación, resulta que el sufrido madrileño lo puede percibir como el beneficio de una proyección electoral. Já.

Lo importante es que hablen de uno, aunque sea mal, no?

Pues eso, pardillos, que no os enteráis, que hay que explicarlo todo.

domingo, 23 de marzo de 2014

DE LA SUSTRACCIÓN DE LA SENSUALIDAD
23-03-14

De la sensualidad excluido el sexo, pues es un impulso animal, primitivo y primigenio que es anterior a nuestro libre albedrío, y la sensualidad entendida como la propensión excesiva a los placeres de los sentidos.

Hay que saberse sustraerse a la sensualidad, y no ser sustraído (enajenado, abducido, desvalijado, cooptado) por ella.

Los dos mayores placeres de la vida no son en el fondo antagónicos, pero sí en la forma, pues uno es inmaterial (el embeleso propio y ajeno del espíritu), y el otro es muy terriblemente material: el goce de los sentidos.

La sabiduría, el conocimiento, la madurez, que en general sólo puede proveer la experiencia de la edad bastante adulta (cincuenta años, acaso?), consiste en la adecuada armonía y proporción del ejercicio de ambos supremos placeres.

El espíritu, que primero se concentra sobre sí mismo para conocerse y gozarse, para luego expandirse con lo ajeno, sean otras personas en nuestro sentido más social (animal social que somos), sean el Arte o la Naturaleza (hasta la Religión, para el creyente), debe ser combinado con el armónico cóctel de los placeres de los sentidos, siempre materiales, neurológicos, fisiológicos.

La vida sin el ejercicio del espíritu es vacua y embrutecedora. Animal. Estabularia.

La vida sin el placer de los sentidos es fría, estéril, aburrida, poco interesante y aniquiladora.

Del proporcionado diálogo entre los vasos comunicantes del espíritu y la satisfacción de los sentidos, depende la llevanza de una vida plena y armónica.

Hay que saberse sustraer a tiempo de la sensualidad, conocer los límites, y no llegar al estadio de una repetición mecánica y rutinaria que sólo conlleva aniquilación y aburrimiento.

Hay que saber mirar el propio espíritu (y el de otros), y convencerse de que, no importan los tiempos y las vicisitudes, casi todos merecemos la pena.

Por eso alguien dijo que el bien empieza por uno mismo, en tan críptica declaración.

Sensuales, sí. Pero también espirituales.

martes, 11 de marzo de 2014

LA OPORTUNIDAD SOBRE LA VERDAD
18-05-09
De la misma manera que los asuntos de los GAL y Roldán empezaron como unas pequeñas noticias en el interior del entonces Diario 16, para convertirse luego en los peores escándalos de la democracia y provocar un cambio de gobierno y penas de prisión para ex ministros y altos cargos, ahora otra vez resurge el fantasma del 11 M. Mejor dicho: surgen los fantasmas de los muertos del 11 M.

Dice la tradición inglesa que los fantasmas de los asesinados reaparecen y no se cansan hasta que los vivos no consiguen hallar a los culpables de su muerte y los castigan. Los muertos quieren que se sepa la verdad, porque no pierden nada: ya lo perdieron todo. Algunos vivos quieren también descubrir la verdad, en un homenaje póstumo y definitivo a los muertos. Algunos vivos no. Algunos vivos piensan más en los vivos que en los muertos. Pues qué bien.

Se ha dicho que el 11 M ya está juzgado, incluso en el Tribunal Supremo, casi la última instancia judicial posible. Qué emoción. Nos vamos a poner a llorar. Qué ocurre, que nuestros jueces no se pueden equivocar? Son nuestros jueces infalibles, como Dios, creador del Universo? Son los jueces Dios? Los jueces hacen pis y caca, como todos, y a veces cosas peores, como matar indefensos animales como ciervos, y encima por la cara, como gorrones, sin pagar.

A nadie le interesa ya el 11 M. A unos, porque aun sin desearlo, por supuesto, les supuso el poder. A otros, porque recordarlo, les supone el riesgo de no volver a tenerlo nunca. Al final siempre es lo mismo: es cuestión de quién tiene el poder, si lo conserva o lo recupera. No es cuestión de descubrir la verdad. Nadie piensa en las víctimas, más aquellos que los perdieron.

No conocemos mayor ejercicio de cinismo y vileza: que la oportunidad prevalezca sobre la verdad. Esto nos recuerda a esos villanos del norte, embrutecidos, acostumbrados a mirar hacia otro lado, por cobardía o comodidad: pueden seguir tranquilamente con sus vidas de vivos. El pequeño detalle es que los muertos ya no pueden seguir con las suyas, porque se la quitaron.

Nosotros reclamamos la verdad para el 11 M. Cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Se lo debemos a los 193 asesinados y a los miles de heridos y mutilados. Nos descansarán los muertos hasta que lo hagamos. Y para aquellos que la oportunidad sea más importante que la verdad, y que no sean capaces de abrir sus espíritus y sus mentes y, en un acto de generosidad, renunciar a sus preferencias y tendencias políticas, los fantasmas de los muertos permanecerán, y les seguirán de cerca en sus pesadillas y en sus miedos, en la suerte que tengan o en las maldiciones que les asolen, en cualquier cosa buena o mala que les ocurra en sus vidas de vivos. La vida de los muertos sólo se dedica a la verdad y a la verdadera justicia, porque no pueden desear nada más. Cuando la tengan, entonces podrán descansar.

Que una madre, de efectista luto permanente, no quiera saber la verdad sobre la muerte de su hijo, por motivos de orientación política y oportunidad, nos da la medida de la corrupción moral y de los devastadores efectos de la contaminación de la política y de la ideología. Es más importante, como el aceite sobre el agua, que prevalezca la política, el ridículo y fugaz juego del poder político de los vivos, que la memoria y la justicia a la que tienen tanto derecho los muertos. Su hijo asesinado estará muy orgulloso de su madre de falso luto. Puede más la política que el amor de una madre. Qué asco.

Y vosotros: queréis olvidar, mirar para otro lado, ignorar, ser como la madre politizada, o sois seres humanos que quieren que los muertos puedan por fin descansar en paz?
Pensadlo muy bien, o que los muertos torturen vuestra conciencia y malogren para siempre vuestras vidas de vivos.

Sí, correcto, alto y claro: se trata de una maldición, y de alguien que no tiene miedo a nadie ni a nada, y sólo quiere la verdad, no la oportunidad.


Yo os recuerdo siempre, hombres y mujeres y hasta niños muertos, asesinados. Siempre. Os llevo conmigo y veláis mi sueño tranquilo. Gracias.

lunes, 10 de marzo de 2014

LA TERRAZA
18-01-10
Rumor de olas. Franquicia de vientos. Olores aéreos. Espíritu que se suelta y se escapa, y que se nos va extraño, de paseo, por rincones tan conocidos.

Crujir  armónico de maderas antiguas de suelo en la casa. Noche de invierno que no lo es tal, más solo por lo pronto que anochece. Ay, el sol, despiadado y agresivo en verano, y tan ausente y tímido en invierno.

Salimos a la enorme terraza, orientada al mágico Oeste, donde todo empieza y todo acaba. Buscamos con la mirada las amigas y hermanas y madres estrellas. Las vemos: somos polvo de estrellas, más polvo enamorado. Las cuerdas que nos unen para siempre con los que son y con los que fueron. Ay padre, que estás por todos lados.

Invasión, batalla de olores: la brisa del mar, flores augustas, plantas salvajes. Inspiramos todo lo que podemos, no sólo para respirar, sino para alimentar nuestro presente, que un segundo después ya es pasado, repleta despensa de recuerdos, de los que nutriremos cuando el futuro no nos sea tan propicio.

Nos vemos y nos sentimos. Sonreímos. El mar, tan grande, nos mira imperial, y nos lanza su mejor regalo: su brisa, su caricia húmeda y dulce, como el fragante sexo de una mujer que nos quiere, amor supremo sin condiciones la de una mujer enamorada.

Igual que por una mujer, nos dejamos querer por el mar. Mimosos, sensibles y atentos.

Todo lo observamos, todo lo vemos, aunque sea de noche y medio mundo duerma. Regañamos un poco a nuestro espíritu travieso, que se despista y se va demasiado lejos, sin que lo alcancemos a ver, de la misma manera que nos asustamos un poco cuando perdemos de vista unos segundos a nuestro perro, cuando lo paseamos suelto por el campo.

El mar. La terraza. El viento. Las estrellas. Hoy no llueve, pero tenemos el mar, y nos tenemos a nosotros.

El rumor de olas que nunca para, y que nos balancea y nos acuna cuando dormimos en esta casa tan antigua y tan vivida. La señoras olas, imparables, infatigables, incansables, desde los principios de los tiempos y hasta el final de ellos, que nos acompañan siempre: nunca escuchamos música en  esta casa: qué mejor sinfonía que ellas mismas, que conciertan e interpretan variaciones y sonidos infinitos!

La terraza, tu querida terraza, padre. Cómo puede ser que te sintamos tanto si sólo eres polvo, más polvo enamorado?

Será verdad esa teoría de las cuerdas por la que todo y todos estamos unidos para siempre por unas vibrantes cuerdas, en los multiuniversos infinitos, en los tiempos infinitos, porque nunca nada empezó y nunca nada acabará?

Miramos con dulzura dónde te sentabas. Cuando querías hablar y reír y vivir. O cuando querías estar solo, y aspirar como un alimento primigenio esa brisa de mar que tanto te gustaba.

Nos acostamos. Nos tapamos a salvo de la humedad rural de la vieja pero espléndida casa. Y nos dormimos, arrullados por las olas, protegidos por ellas, que velan nuestro sueño justo y tranquilo.

Soñamos. Soñamos que estamos en una terraza. Soñamos que vivimos y que todavía te tenemos, padre.

Duerme con nosotros, padre. Siempre te soñamos, siempre te tendremos.
LOS ASCENSORES
23-08-10
Una vez escribimos que los ascensores son menos ascensores si no tienen espejo. Y es verdad.

Son indudables las ventajas de un espejo en un ascensor.

Si uno tiene una entrevista de trabajo, puede echar un último vistazo al nudo de la corbata, que en general no está en su sitio y deja ver, de forma poco elegante, el botón abrochado del cuello.

También uno puede comprobar si le ha quedado algún moquillo en la nariz o cerca, cuando uno un rato antes se ha estado hurgando en las napias durante la espera en los tediosos atascos de Madrid.

Es una verdad cartesiana que los hombres nos hurgamos las nariz como niños pequeños en los atascos o cuando esperamos a que el semáforo se ponga verde. Es una costumbre quizás poco conveniente, porque si no tienes un kleenex a mano, lo más probable es que el moco acabe pegado en el volante, haciendo la conducción más incómoda y más insegura, ya que te distrae. Es probable que esto conlleve multa y hasta te puedan quitar puntos. Tendremos que consultarlo por si acaso.

Y también es verdad que las mujeres, más finas y pulcras ellas, no se hurgan en sus preciosas naricillas, sino que aprovechan esos momentos en los que no tienen que conducir para retocarse el maquillaje o mirar cómo tienen el pelo, por centésima vez.
En un ascensor con espejo, uno puede espiar a alguno de sus compañeros de ascensor. Por ejemplo, a una tía que esté muy buena y que se le marcan bien las tetas de perfil. No somos muy expertos en sujetadores (sólo en quitarlos), pero hay mujeres que llevan unos sujetadores muy finos, y se les marca todo de forma deliciosa. Lo que no sabemos es si llevan esos sujetadores a propósito o no. Vamos a ser bien pensados, que los hombres siempre tendemos a pensar mal.

Un ascensor no sólo te sube, sino que también te baja, hecho, queridos lectores, en el que a lo mejor ustedes no habían reparado nunca. A nosotros nos costó un poco, porque nuestra idea primera de ascensor (idea innata, como las de Platón, que creemos que no llegó a tener la idea de ascensor, innata o no) era que sólo servía para subir. Pues no. Los ascensores también sirven para bajar.

Nuestros ascensores favoritos son los antiguos pero con la maquinaria nueva. Son ascensores que han sido renovados completamente, y seguro que por imperativo legal, y están en casas muy antiguas y nobles y caras, así como los del Barrio de Salamanca y ciertas zonas del Barrio de Chamberí cercanas a la Castellana, en Madrid, por supuesto, no en provincias. En provincias suponemos que también existen los ascensores.

Son ascensores al descubierto, porque el hueco por donde circula el ascensor no es cerrado, sino que lo encajonan unas sólidas rejillas. Así uno puede ver cómo va subiendo a cada piso, y no como estos ascensores modernos de los rascacielos tipo Torre Picasso, que ni te enteras del movimiento y del viaje en ascensor, tan silenciosos y rápidos son. Eso no mola. Uno se aburre.

Estos viejos pero seguros ascensores, no tienen puertas automáticas. Hay que abrirlas, y hacen un agradable sonido al manipularlas. Por dentro, son todos de madera noble, caoba o así. Y nuestros favoritos tienen hasta una banqueta forrada de terciopelo rojo. Si estamos solos, y para no hacer demasiado el ridículo, nos sentamos en esas banquetas para ver lo cómodas que son, y aunque nuestro destino sea el cercano primer piso.

Estas banquetas también son protagonistas de algunas de nuestras escasas e inocentes fantasías sexuales, ya que nos imaginamos que una desconocida nos pide que le echemos un polvo de urgencia, que ha tenido un antojo. Entonces le preguntamos que si quiere el polvo rápido o lento, porque nosotros somos muy flexibles y muy obsequiosos y atentos con las mujeres, sobre todo si están buenas y no hablan demasiado. En general las mujeres prefieren los polvos lentos, porque si no,  no  se enteran de nada, y eso les frustra y les cabrea. Como por muchos pisos que tenga el edificio no hay suficiente tiempo para un polvo lento y como es debido, entonces imaginamos que bloqueamos el ascensor a la mitad del recorrido, y así podemos echar un polvo sin agobio ni premuras. Imprescindible que la imaginada desconocida lleve falda, porque si no es más complicado.

Ya hemos visto que los ascensores no sólo sirven para subir, sino también para bajar. Además, son adecuados para otras interesantes y entretenidas actividades.


Un ascensor sin espejo y banqueta, es mucho menos ascensor. Es una mierda.